
“We are learning”

Por Anna Coco, Junior EU Aid Volunteer M.E.A.L. en Sierra Leona.
Sierra Leona tiene una historia especial y particularmente dura, con un significado especial en el comercio transatlántico de esclavos como punto de partida para miles de cautivos de África occidental. Freetown, su capital, fue fundada como hogar de antiguos esclavos en el siglo XVIII. La guerra civil que duró más de 10 años, asoló el país en una inmensa oscuridad social y económica, y sus estragos todavía mantienen su huella fresca.
Aun así, Sierra Leona es un país lleno de color (sobre todo verde), genuino, vibrante y acogedor. Sus gentes se saludan y dan las gracias por la calle, se ayudan unos a otros, caminan sin prisa alguna sin necesidad de llegar pronto a ningún lado, simplemente llegan “by God’s Grace”. No he conocido una sociedad más fuerte y resiliente que la sierraleonesa. Sierra Leona es el tercer país en desarrollo en el que he vivido y también el tercer país musulmán. Definitivamente puedo decir que también es el que más ha dejado huella. Su gente es una combinación de luz, fuerza, resiliencia.
Siempre recuerdo una frase que un amigo italiano me dijo hace meses cuando llegué: ‘llevo 47 años viviendo aquí, y cada vez amo más Sierra Leona, pero amiga mía, te diré, que cada vez les entiendo menos.’ La verdad es que no entendí a que se refería, y aunque ahora solo llevo poco más de 5 meses aquí, empiezo a encontrarle sentido a sus palabras. Es difícil de explicar, pero su cultura, sus costumbres, su día a día, sus lenguas, su tolerancia sobre las creencias religiosas y tribales que caracterizan al país, contrastan con unas realidades sociales y políticas muy duras.
Vivo y trabajo en Kabala, un pueblo de poco más de 15.000 habitantes, donde somos 5 blancos y donde allí donde vas todo el mundo sabe tu nombre, dónde trabajas, dónde has estado y qué has hecho. Vivo en una casa con una muralla y alambre para evitar que alguien entre y rodeada de casas que no tienen ni puertas, pues aquí la preocupación de que alguien entre en tu casa es nula. Miramos, con mis compañeros/as de trabajo, por encima del muro y solo vemos verde y cuando salimos, volvemos a la realidad de la que es muy fácil desconectar, si no ves más allá de esta barrera impuesta. Estás en el medio de la jungla africana.
Trabajo con Médicos del Mundo (con el programa EU Aid Volunteers) como MEAL Officer, y entre muchas otras cosas, estoy creando herramientas de monitoreo de los proyectos que la ONG lleva a cabo aquí, pasados y futuros. Para ello, debo trabajar a diario con el Ministerio de Salud día a día, creando líneas estratégicas de intervención que vayan más allá del existente paternalismo que la intervención humanitaria ha llevado y sigue llevando a cabo en todo el mundo. Es un reto que Médicos del Mundo se ha impuesto este año, y creedme, no es tarea fácil. Este año ha sido un punto de inflexión, en el cual, Médicos del Mundo está intentando cambiar la estrategia de intervención llevada a cabo durante 20 años, sobre todo de cara a la relación con su contraparte principal. Es un reto grande y motivador, pero también frustrante. Y he tenido la suerte de ser parte de ello.
No tengo palabras de motivación para todo el mundo porque creo que no todo el mundo este hecho para dedicarse a esto. Tampoco todo el mundo está preparado para aceptar un puesto de voluntariado, con 33 años y una carrera profesional y académica suficientemente fuerte como para optar a unas condiciones laborales mejores. Aun así, lo que sí que tengo es mi experiencia, sirva o no sirva como precedente. Creo que mi presencia en Kabala, gracias al programa EU Aid Volunteers a través de Médicos del Mundo ha generado un impacto positivo, pequeño, pero no irrelevante. Tengo experiencia en el sector, pero éste no es fácil; las oportunidades son escasas y la competitividad alta. Este programa ayuda a dar un paso adelante, a seguir con la labor en la que tantos creemos y que por mucho que las cosas muchas veces no se hagan bien, como dicen aquí en Sierra Leone, ‘we are learning’.